Estoy mejor que a principios del verano. Chapoteaba en los límites del “burn-out”. Un buen signo evidente: pude volver a leer la prensa escrita e incluso ver algunos momentos de los “canales de información 24 horas”. Actualmente, de nuevo, he podido seguir sin inmutarme “las aventuras de Mélenchon” narradas por todo tipo de mediocráticos y expertos de plató de televisión. Esos desafortunados están condenados a ganarse la vida haciendo ruido con la boca durante…