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11.10.2015

Por un plan B en Europa

Firmantes :
Jean-Luc Mélenchon, diputado europeo, cofundador del Parti de Gauche (Francia).
Stefano Fassina, diputado, ex viceministro de Economía y Hacienda (Italia).
Zoe Konstantopoulou, presidente del Parlamento heleno (Grecia).
Oskar Lafontaine, exministro de Hacienda, cofundador de Die Linke (Alemania).
Yanis Varufakis, diputado, exministro de Hacienda (Grecia).

El 13 de julio, la Unión Europea puso de rodillas al gobierno de Alexis Tsipras, un gobierno elegido democráticamente. El acuerdo « del 13 de julio es, en realidad, un golpe de estado. Fue obtenido gracias al cierre de los bancos griegos por el Banco Central Europeo (BCE) y bajo la amenaza de no autorizarlos a abrir de nuevo si el gobierno griego no aceptaba una nueva versión de un programa que ya había fracasado. ¿Por qué? Porque la Europa oficial no podía soportar la idea de que un pueblo condenado a su autodestructivo programa de austeridad hubiera osado elegir a un gobierno decidido a decir « ¡No! » ».

El nuevo memorándum sólo sirve para agravar la Gran Depresión griega; más austeridad, más privatizaciones en detrimento de los activos públicos, una política económica más irracional que nunca, y la misantropía como política social,. Todo esto permitirá seguir adelante con el saqueo a Grecia en beneficio de intereses particulares, ya sean griegos o no.

Saquemos algunas lecciones de este golpe de Estado financiero. El euro se ha convertido en un instrumento de dominación económico y en un símbolo de la política de la oligarquía europea, escondida detrás del gobierno alemán. Un Ejecutivo que se alegra de ver a la señora Merkel hacer todo el « trabajo sucio », ese que otros gobiernos son incapaces de hacer. Esta Europa no genera más que violencia en las naciones y entre ellas: paro masivo, dumping social feroz, insultos atribuidos a los dirigentes políticos contra la Europa del Sur y repetidos por todas las « élites », incluidas las de esos mismos países. La Unión Europea alienta la subida de la extrema derecha y se ha convertido en el mejor medio para acabar con el control democrático de la producción y distribución de la riqueza en toda Europa.

Afirmar que el euro y la UE sirven a los europeos y les protegen contra la crisis…, es una mentira peligrosa. Es una ilusión creer que los intereses de Europa pueden ser protegidos en el marco de la cárcel de reglas de la eurozona y los tratados actuales. El método Hollande-Renzi del « buen alumno », en realidad del prisionero modelo, es una forma de capitulación que no obtendrá ni siquiera clemencia. El presidente de la Comisión europea, Jean-Claude Juncker, lo dijo claramente: « No puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos ». Es la adaptación neoliberal de la « soberanía limitada » inventada por el dirigente soviético Brejnev en 1968. En aquella época, los soviéticos aplastaban la Primavera de Praga con sus tanques. Este verano, la Unión Europea ha aplastado la Primavera de Atenas con sus bancos.

Estamos decididos a romper con esta Europa. Es la condición necesaria para reconstruir la cooperación entre nuestros pueblos y nuestros países. ¿Cómo establecer una política de reparto de la riqueza y de creación de empleos, sobre todo para los jóvenes, de transición ecológica y de refundación democrática en esta Unión Europea? Debemos escapar a la inanidad y a la inhumanidad de los tratados europeos y refundarlos con el fin de liberarles de la camisa de fuerza del neoliberalismo, abolir el pacto fiscal y rehusar el tratado de libre comercio con EE.UU (TTIP).

El período es extraordinario. Nos enfrentamos a una emergencia. Los Estados miembros deben contar con un espacio político que permita a sus democracias respirar e instaurar políticas adaptadas a nivel nacional, sin temer la reacción del autoritario Eurogrupo -dominado por los intereses del más poderoso de los Estados miembros y del mundo del comercio-, ni temer a un BCE utilizado como una apisonadora que amenaza con aplastar a todo país « que no coopera » -como fue el caso de Chipre o Grecia-.

Así es nuestro plan A: trabajar en cada uno de nuestros países y, juntos, en toda Europa, para renegociar completamente los tratados europeos. Nos comprometemos a colaborar en la lucha de los europeos de todos los países, en una campaña de desobediencia contra las prácticas arbitrarias y las reglas irracionales hasta que esta negociación se lleve a cabo.

Nuestro primera tarea será terminar con la irresponsabilidad del Eurogrupo. La segunda será terminar con el carácter pretendidamente « independiente » y « apolítico » del Banco Central. Mientras que, en realidad, se trata de una institución muy politizada (de la manera más tóxica) y es totalmente dependiente de los banqueros en quiebra y de sus agentes políticos, y está dispuesta a acabar con toda democracia, basta con apretar un botón.

La mayoría de los gobiernos que representan la oligarquía europea y se esconden detrás de Berlín y Fráncfort tienen también un plan A: no ceder a las demandas democráticas de los ciudadanos europeos y utilizar la brutalidad para poner fin a su resistencia. Lo hemos visto en Grecia este mes de julio. ¿Por qué han podido estrangular al Gobierno elegido democráticamente de Grecia? Porque tenían también un plan B: expulsar a Grecia de la zona euro en las peores condiciones posibles destruyendo su sistema bancario y rematando su economía.

Frente a este chantaje, necesitamos nuestro propio plan B para combatir el plan B de las fuerzas más reaccionarias y antidemocráticas de Europa. Para reforzar nuestra posición frente a su compromiso brutal con políticas que sacrifican los intereses de la mayoría en beneficio de los intereses de una ínfima minoría. Pero también para afirmar de nuevo el simple principio de que Europa no es otra cosa que los europeos y de que las monedas no son instrumentos de tortura o armas para matar la democracia. El euro no podrá ser democratizado si insisten en utilizarlo para estrangular a los pueblos, nos levantaremos, les miraremos y les diremos: « ¡Inténtenlo al menos! Sus amenazas no nos dan miedo. Encontraremos un medio para dar a los europeos un sistema monetario que funcione con ellos, y no a sus expensas ».

Nuestro plan A para una Europa democrática, reforzado por un plan B que muestra que los poderes fácticos no pueden aterrorizarnos y someternos, debe ser sostenido por la mayoría de los europeos. Esto requiere un alto nivel de preparación. Los elementos técnicos serán enriquecidos gracias al debate. Un gran número de ideas están ya sobre la mesa: la introducción de sistemas paralelos de pago, monedas paralelas, la digitalización de las transacciones en euros para solucionar la falta de liquidez, sistemas de intercambio complementarios alrededor de una comunidad, la salida del euro y la transformación del euro en una moneda común.

Ninguna nación europea puede avanzar hacia su liberación desde el aislamiento. Nuestra visión es internacionalista. En previsión de lo que puede ocurrir en España, en Irlanda, por qué no de nuevo en Grecia según la evolución de la situación política, y en Francia en 2017, hay que trabajar concretamente todos juntos para crear un plan B que tenga en cuenta las características de cada país.

Proponemos, por tanto, la organización de una cumbre internacional para construir un plan B en Europa. Una cumbre abierta a los ciudadanos voluntarios, a las organizaciones y a los intelectuales. Esta conferencia podría tener lugar a partir de noviembre de 2015. Lanzaremos este proceso durante la Fiesta de l’Humanité [fiesta del Partido Comunista francés]. ¡Únanse a nosotros!

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