Señor presidente, 

afirmar nuestros principios pacíficos no debe llevarnos a dar la impresión de que no hacemos ninguna diferencia entre el gobierno democrático de Honduras y los golpistas que lo destituyeron llamando ambas partes al recato. En este caso preciso, la violencia de los insurgentes que luchan por el regreso del presidente es legítima mientras que la de los golpistas es criminal.

El compromiso personal de los jefes de Estado de América central y del sur por el restablecimiento incondicional del presidente constitucional Manuel Zelaya prueba que el continente entero quiere acabar definitivamente con la época de los golpes de Estado y las dictaduras.
De la misma manera que la ONU lo decidió unánimemente y las organizaciones regionales de cooperación lo resolvieron todas, Europa debe formar parte de este combate histórico. Recordemos que se trata de un combate, y no de un arreglo. Europa debe suspender de inmediato toda relación y negociación, sea política o comercial,  con el régimen sedicioso, y exigir el regreso incondicional del presidente Zelaya. Europa debe también pedirle al gobierno del señor Obama que los EEUU suspendan toda relación comercial y militar con este régimen sedicioso. Así, enseñaremos que somos conformes con los principios que tan a menudo evocamos a fin de exigir que los demás cumplan con ellos.